Duda razonable

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Milenio

Columna

El director de la OMS quiso aclarar las confusiones sobre el uso de máscaras y cubrebocas para prevenir contagios de COVID-19, pero obvió que las máscaras médicas se deben priorizar para los trabajadores de la salud en la primera línea de la respuesta al virus, que éstas eran escasas en el mundo y que, por lo tanto, les preocupaba su demanda masiva. Recomendó que, fuera de los hospitales, el uso de máscaras médicas “sea por personas enfermas y aquellos que están cuidando a una persona enferma en casa”. Dijo que los países podrían considerar el uso de cubrebocas en comunidades donde otras medidas como la limpieza de las manos y el distanciamiento físico son más difíciles de lograr. En medio de esto, la verdadera guerra de las máscaras médicas la arrancó Donald Trump cuando invocó una ley de 1950 para impedir que la empresa 3M, productora de las mascarillas médicas N95, exportara esos productos a Canadá y a América Latina. 3M quiso resistir advirtiendo sobre las “significativas implicaciones humanitarias” de la decisión, sin embargo, Trump advirtió de “graves consecuencias” en caso de no cumplir con lo ordenado. Canadá, por ejemplo, se quedó ya sin medio millón de máscaras