Política zoom

Recientemente, los gobiernos de las superpotencias demostraron tener empresas farmacéuticas privadas sólidas, lo que les permitió desarrollar vacunas contra el SARS-CoV-2. Destaca el ejemplo del gobierno estadounidense, que se asoció con empresas como Moderna, Johnson & Johnson y Pfizer, y el del gobierno británico, que lo hizo con AstraZeneca. Ante la ONU, México reclama a estas naciones y empresas por priorizar a sus poblaciones, lo que resulta en una discriminación en la distribución global de las vacunas. Sin embargo, esos mismos países podrían preguntarle a México, respecto al principio de autosuficiencia, por qué no ha invertido en el desarrollo de una industria farmacéutica nacional, pública y privada, capaz de crear su propia vacuna. Incluso se podría cuestionar al gobierno mexicano por su participación en el desmantelamiento de su propia industria, con señalamientos de corrupción, tráfico de influencias y prácticas monopólicas